domingo, 10 de julio de 2011

Aprés 25 ans


Los primeros años en nuestras vidas probablemente lo marcan todo. Y es probable que a través de un flashback a mis 5 años pueda entender mi pasión por los viajes actual.
A esa edad nos fuimos por un tiempo a Lyon (Francia). Primero se fue mi papá. Pasados 8 meses: mi mamá, algunos bartulos y nosotros, que en ese momento eramos tres y de alguna manera ya extrañábamos los límites de la figura paterna.
A pesar de mi escasa edad, fue como una aventura desde el primer momento, no así para mis padres, que tuvieron sus momentos de "desarraigo"; como los de mi mamá, a quien más de una vez vi llorando mientras sostenía una foto de mis abuelos.
Por supuesto que no eramos los únicos, argentinos siempre hay en todas partes, las fiestas pasaron entre la nieve y los brindis con coterráneos, que lejos se vuelven casi hermanos.
Sobre esa época no deja de asombrarme la cantidad de recuerdos que siempre tuve, a veces un poco diluídos y desordenados en tiempo y espacio, pero muy presentes e intactos.
De lunes a viernes cumplía con la rutina de asistir a la école maternelle junto con mi hermano. Mis padres nos dejaban temprano, antes de partir hacia sus respectivos trabajos en la Université Claude Bernard.
Mis mañanas transcurrían entablando conversaciones ilógicas con mis compañeritos de sala... y en un improvisado francés. "On va joue?" Era mi frase preferida según mi papá. Recuerdo haber envidiado a más no poder, el completo equipo de fibras y crayones de un tal "Guillaume". Me encantaba volver a casa, para estar con mi mamá por las tardes, que ya eran noches, por que oscurecía temprano en el invierno.
Pero lo mejor vino después, a bordo de un Renault 14, por las interminables autopistas y hacia múltiples destinos.
Paseos por calles angostas y empedradas de algún pueblo español... ó talvez italiano, la suntuosidad de construcciones antiquísimas como la del Coliseo Romano, el frío húmedo de ciudades como Bruges, el calor en alguna playa barcelonesa, la majestuosidad de avenidas como la Champs-Élysées, el lujo de Montecarlo, las palomas en Venecia, subir por la Torre de "Pizza"(y no de Pisa), la visita a museos y más museos...
Algo inusual era que recordara el nombre de obras clásicas y famosas con esa edad: "La maja desnuda" de Goya, "Las meninas" de Velázquez, "La piedad" o "El David" de Miguel Angel; o la curiosidad que desde ese momento tuve por Dalí, su obra y su amor incondicional hacia Gala, luego de una tarde entera en su museo de Figueras.
Parece que a esa edad, todo se absorve más rapido y todo queda marcado, como mis ganas de volver, latentes hasta hoy. Si todo sigue encaminado apres 25 ans la fascinación generada en mis primeros años volverá junto con una mezcla de sensaciones, las de ayer y las de hoy.

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